Los espejismos indefinidos
de amores de polvo y paja
(que no es polvo enamorado
ni más acá de la muerte),
se presentan firmes hasta los cimientos.
Como buenos espejismos
lo prometen todo, te invitan a todo,
te ofrecen todo... lo que tienen
y con más gracia lo que no,
lo que es de otros por siempre.
Pero cuando te quieres dar cuenta
vuelan más lejos que el polvo y la paja,
más alto que las plumas más ligeras
del ave que más alto llega.
Y tienen mala follá
estos espejismos,
que se creen a sí mismos
de tanto que se han visto...
y se gustan, ¡qué coño!