No necesito mi voz para decir «te quiero»,
ni mirarte... a los ojos desde los rincones sombríos
de un invierno cualquiera desde 2005.
No me iluminan mis pasos
si no los doy contigo.
Nosotros somos la sombra de lo que sentimos
y estos versos,
nuestra propina escasa.
Dos noches claras y cuarenta en la niebla del olvido.
No me iluminan mis pasos
si no los doy contigo.
Sueño que vivo en la tregua
de amor de una guerra que no ha acabado.
En el tiempo muerto de un tiempo
que sigue vivo.
No me iluminan mis pasos
si no los doy contigo.
Déjate de consejos y conveniencias
y dime (no necesitas tu voz) que no me quieres.
Si me quieres, cualquier canto
de sirena que me guíe será bienvenido
porque...
... no me iluminan mis pasos
si no los doy contigo.