Nuestras noches
nunca re oscurecen
antes del amanecer
cuando las pasamos juntos.
En la distancia,
pasamos separados
dos noches por día,
pero cada noche nuestra
cuenta con el Sol del otro.
por Javier Cejudo
Nuestras noches
nunca re oscurecen
antes del amanecer
cuando las pasamos juntos.
En la distancia,
pasamos separados
dos noches por día,
pero cada noche nuestra
cuenta con el Sol del otro.
Más de veinte siglos después,
hay quien sigue pensando
que el nudo gordiano,
«lo mismo es cortarlo que desatarlo».
It would have been best
to be a wingless bird
unable to fly
away from your nest.
Me gusta cuando callas
porque tienes derecho a guardar silencio.
Tu silencio es de estrella, tan lejano
que será usado en tu contra en un tribunal de justicia.
Y estás como quejándote, mariposa en arrullo,
como queriendo hablar con un abogado.
Una palabra entonces, una sonrisa bastan
y te será asignado uno a costas del Estado.
Y estoy alegre, alegre de que no sea cierto.
En la velada de reTos compuestos
reCogemos reTales
de blusas
veladas.
Y se antojan reCurrentes los reProches
de un amor reDistanciado
que vela la locura con clamores
nada velados.
Un año fingiéndome que no te necesito cerca
Confesándote cuánto lo hago, cómo de cerca
Viéndote sin verte
Realidad ficcional
Asistida
Realidad enterna
Ahora, cuenta atrás
Un beso estúpido... y luego más.
Ni tan primeros, ni tan preclaros,
ni tan limón y sal.
Besos en dos lenguas
que se entienden porque se esuchan
desde los labios del otro.
Son mis labios rendidos
en la batalla que es un beso tuyo,
adaptados a la forma de tus labios,
mucho más valientes.
Por un beso estúpido,
mil estúpidos besos.
Un beso estúpido... y luego más.
En el olvido de la memoria,
los ya dados,
mirándose en el espejo hacia el futuro:
es el recuerdo de lo no vivido.
En el presente,
los no-besos por dar,
que serán besos al ser besados
uno tras otro... y luego más.
Los nuncios del mal han cortado
las alas de sus ángeles
con silencios a puerta cerrada.
Célibes de su propio matrimonio
y enemigos perennes de los otros
por la puerta grande.
Pienso en encontrarme contigo en la última casa
de la calle más escondida de Ciudad Alejada.
Quizá mañana.
Pienso en darte lo que aún me queda en reserva,
los posos sinceros más amargos del fondo del alma.
Quizá mañana.
Y pienso quedarme contigo, desnudos de sueños,
contando historias reales -que hace tiempo inventamos-,
de cómo habremos sobrevivido a los ayeres sin mañana.
Algún día, mañana.