Finalmente duerme a gusto. En su sueño está con Él, junto a Él, en torno a Él, enlazada a Él... Disfrutan, se aman. No quieren separarse. Es el equilibrio, realmente tan lejos y emocionalmente inseparables. Despierta y evoca el sueño, lo anota para no olvidar. Piensa qué estará haciendo, qué estará pensando, si estará pensando en Ella. O quizá esté muerto, asesinado por un palmo de texto en los futuros libros de historia. La historia no importa para Ella, sólo él. Ausente. Enciende el televisor, que la embelesa. Imagina cómo funcionará.
Sólo quiere olvidar el dolor. Dan una noticia de la guerra, está ganando el frente del amado. Está ganando, pero qué más da eso si una bala perdida lo atraviesa y se lleva su vida, su alma, su placer más profundo. No hay remedio, hay mucha muerte y seguro que le tocará a Él. Mira por la ventana. El viento corre, mueve las hojas de los árboles, que caen al suelo, que abandonan el árbol para no volver a unirse a él. Las nubes también corren, se van. Va a salir el sol, un sol tímido, un sol que augura una buena noticia a quien le corresponda con una sonrisa. Ella, por primera vez, sonríe. El sol corresponderá agradecido. El tiempo recupera su ritmo.