Archángelo de la ciudad perdida,
hacedor de divas sacras e impías,
¿quién derribó la bondad de la vida
tan exigua y fugaz en las arpías?
La locuaz lacra de mi luz y el sida
corroen el amor en estos días,
y Átropos [1] parca, a su labor debida,
corta y corta sin razón ni mesías.
Luciendo parazonio y agonía,
los viejos Luis XIV desfallecen
al son de la Trigésima armonía,
y bajo la Estrella Roja florecen,
amparados por un halo vigía,
los mil pétalos negros que merecen.
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[1] Una de las tres deidades hermanas, Cloto, Láquesis y Átropos, que se dedicaba a cortar el hilo de la vida del hombre.