Tuesday, 27 November 2007

Amor siamés (V)

Habían pasado varios meses, largos meses de invierno, de frío. Sin calor humano. Pero al fin ha llegado la buena nueva. Muchos soldados van a regresar a casa. Ahora tiene la esperanza de que haya sobrevivido. Pero quizá no. No sabe qué hacer, no sabe a quién acudir, a quién llamar. Se para a pensar, imagina un hipotético encuentro, un utópico encuentro:

Él llegaría a lo lejos cabizbajo, con una maleta en la mano izquierda y vestido de oscuro. Ella lo esperaría en la puerta, junto al perro y a las plantas marchitas. El cielo claro y los árboles en flor. Los pájaros ausentes. Silencio, aislamiento. Nadie más pasea, solo ambos, que son el centro de atención. Ambos lloran, ambos se miran. Él sigue andando, pero nunca llega. Incluso cada vez parece más lejano. El reencuentro es imposible y el sueño torna en pesadilla y Ella llora y las lágrimas se deslizan sobre su piel y hacen ruido al impactar con el suelo... Un ruido leve pero ensordecedor.

Suena el teléfono. Contesta. Habla una mujer que pregunta por el amado. Responde que no está y la mujer quiere saber si lo puede llamar en otro momento. Entonces las lágrimas se multiplican y suelta el teléfono. Cuelga y sigue llorando. Una llamada inoportuna. Debía haber sido la de la buena noticia, pero ésta, como el amado en la pesadilla, se encuentra cada vez más lejos.