Friday, 15 February 2008

Morir en Escábilo (II)

Ana Tema, emperatriz constelada de una herencia solar; Ana Arca, generatriz orática, álveo lábil del Nilo de los desheredados.

Buscándose a sí mismas y la una a la otra en un “hasta que encuentre un sentido a todo, falso o no, deja que piense que me has destrozado la vida” enfermizo. Eran el paradigma de pareja de anas, dos asesinas muy poco humanas bien conocidas. Últimamente apenas necesitaban matar a nadie, solo anunciaban su objetivo y éste aparecía muerto por voluntad propia en unas horas. Su eficacia nunca ha sido puesta en entredicho por alguien que no sea un fiambre hoy. Mataron juntas a 1533 personas en 10 años. Muchos encargos míos, muchos cerdos, muchas cerdas y algunas amantes.

Se están mirando a los ojos en Plaza Boel, yo en mi azotea. La gente sabe que no debe salir a la calle en unas horas. No va a pasar nada, pero una distracción en el duelo equilibrado de mis anas asesinas no es deseable en ningún caso. Tema es más sutil, tiene más recursos en la distancia mientras Arca ganaría siempre en un cuerpo a cuerpo, poco probable todavía. Entonces veo a dos personas paseando tranquilamente por la plaza. No debían estar allí, pobre Malios. Miro al cielo y rezo, apunto y disparo...

Me ha llegado la hora. Ajusto el dedo del chico en el gatillo, pero no va a tener fuerza para accionarlo. Empujo entonces su pequeño dedo y, por fin, mi pistola expulsa la bala que me está atravesando el cráneo y que me ha dejado un agujero irreparable entre los ojos. Ya muertos, nos cogemos de la mano y caminamos juntos hacia casa, advirtiendo con gestos simples a las anas que no es hora de duelos ni de celos. La plaza queda vacía con un charquito menguante de sangre.

Foto de Compound Eye