Hoy desperté embebido
en los rayos de luz de ayer,
rayos que me rasgan la carne
y me revientan los ojos.
Maldita luz de soslayo,
maldito ventanal,
maldito cielo raso de invierno.
Apenas puedo andar ahora
ni ver ni verte sin los ojos míos,
ni tocarte sin la piel que me protegía.
Apenas puedo ser yo mismo
desde que se abrió el día esta mañana.
Espero con el alma por escudo,
por piel, por ojos, por mí,
que cambie la luz o su rumbo,
que venzan los rayos de hoy,
los de siempre que nos unieron.