Wednesday, 19 December 2007

Nume: El aborto

Archángelo.─ Vaillant, el aborto..., no sé.

Vaillant.─ No sabes... ¿qué?

A.─ No lo veo. No me parece bien.

V.─ ¿Puedo preguntar el porqué?

A.─ Esas criaturas. Me las imagino ahí, con los ojillos cerrados y me parece horrible que les arrebaten esa vida suya cuando todavía no son conscientes de ello.

V.─ Supongo que quien aborta tiene sus razones.

A.─ Sí, «soy demasiado joven» o «no puedo mantenerlo» o «tengo que estar centrada en el trabajo» o «no me da la real gana»...

V.─ ¡Para! También «no quiero tener un hijo fruto de una violación» o «no estoy preparada en ningún sentido para darle la vida que se merece» o «con los problemas que tiene va a sufrir sobremanera».

A.─ Es cierto, pero no me negarás que son más quienes lo hacen por temor o capricho.

V.─ No estoy seguro. Me parece que en realidad los comprendo.


A.─ No me jodas, ¿te gustaría que te lo hubieran hecho a ti?

V.─ Mi respuesta no sería parcial.

A.─ ¿Es que el bebé no debería tener parte?

V.─ No son bebés todavía.

A.─ Vale, como quieras, la criatura.

V.─ Pero, ¿qué parte? Como tenerlo en cuenta.

A.─ Dejándolo nacer.

V.─ Es decir, le damos parte quitándosela a la madre.

A.─ Todavía no es madre.

V.─ A esa persona.


A.─ No puedes obviar que ese feto será una persona en poco tiempo.

V.─ Entiendo lo que dices, pero si fueras una mujer y te quedases ahora, con tus espléndidos diecinueve, embarazada, ¿qué harías?

A.─ No sería parcial... pero esa situación es precisamente la que me hace no estar convencido.

V.─ Se te ve el plumero, Archángelo.

A.─ Que no esté convencido de su inconveniencia no quiere decir que me parezca bien. Que yo hiciera una cosa indebida, no la hace debida, precisamente.

V.─ Así que no vamos a concluir nada.

A.─ ¿Para qué? No serían más que opiniones.

V.─ La opinión es fundamental.

A.─ Está mal.

V.─ O no tanto.